miércoles, 4 de abril de 2012

SW ~ Capítulo 1. Nuevo instituto

Soy Ashley, soy una de esas chicas que tienen millones de amigas, pero que puede compaginarlo todo con los estudios. Pero también soy una de esas chicas con tan mala suerte que cuando todo va bien me cambian a otro instituto, en realidad no entiendo muy bien por qué, ya que el instituto al que voy ahora está en la misma ciudad (solo que en la otra punta) que el otro.
Bien, pues este instituto está lleno de degenerados que solo pueden pensar en el sexo y la fiesta.
Como podréis comprender, aquí no tengo muchos amigos, por no decir ninguno. Y hasta ayer pasaba desapercibida.
Entré al despacho del director a toda prisa.
-Ashley, ¿qué tal llevas todo esto?
-Bueno... Bien. -le dediqué una sonrisa.
-Me alegro. -me la devolvió.- tus notas son excelentes, no tenemos ninguna queja, siga así.
-Gracias, yo... Quería pedirle que me cambiara de clase... -bajé la mirada.
-¿Alguien te está molestando?
-Em... No, no, es que... No me gusta el ambiente, solo eso.
-En todas las clases encontrarás el mismo ambiente, señorita. -rió.
-Bueno, gracias igualmente. -dije.
Salí por la puerta del despacho y recorrí el pasillo a toda prisa.
-Eh, guapa, ¿qué haces esta noche? -me dijo un chico alto y rubio.
-Dormir. -respondí con aires de superioridad.
-Ja, ja. ¿Y ahora?
-Irme a casa, ¿o es qué no lo ves?
-¿Y por qué no te quedas un rato conmigo? -me acarició el pelo.
-Gracias, tengo novio. -contesté.
Permaneció quieto mientras yo me alejaba. Cuando ya no me podía ver eché a correr asustada, solo tenía ganas de llegar a casa.
Cuando entré cerré la puerta deprisa, vi que mi madre me había dejado una nota encima de la mesa, la leí con atención: Estoy fuera, volveré tarde, te he dejado una ensalada en la nevera, no quiero que estés sin cenar, ¿vale? -Mamá.
Abrí la nevera, agarré el bol de ensalada y lo aboqué todo en un plato. Decidí esperar, ya que no tenía hambre, me quité los pantalones, y la camiseta la cambié por una de tirantes que dejaba al descubierto la mitad de mi barriga, hacía demasiado calor.
Cogí el reproductor de CDs y puse música. Me tumbé en la cama a escucharla.
De repente sonó el timbre. "Claro mamá, llegarás tarde, claro..." pensaba mientras corría por el pasillo.
Abrí la puerta confiada. ¡Era el chico del instituto! Quedé perpleja ante la situación, ni siquiera podía cerrar la puerta.
-Vaya, somos vecinos. ¿No vas un poco... cómo decirlo? -dijo con su sonrisa característica.
Cerré la puerta rápidamente.
-Espera. -dije.
Me vestí rápidamente y volví a abrir, pero cuando llegué ya se había ido. Cerré la puerta con fuerza y rabia.
Me dirigí a la cocina, observé el plato de ensalada, no tenía hambre.
Lo agarré y lo metí en la nevera, me daba igual que mi madre me riñera, o cualquier otra tontería por el estilo. Ahora solo quería descansar y prepararme para un nuevo día en el nuevo instituto.

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